sábado, 23 de noviembre de 2013

manejo de duelo en situacion de desastre

Por tal razón, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha hecho
una importante contribución con la elaboración colectiva de este manual
sobre el manejo de cadáveres en situación de desastres, el cual da una serie
de orientaciones esenciales para establecer una adecuada recuperación y
levantamiento de los cadáveres, independientemente
de su número. La obligada identificación de los cuerpos nunca debe ser apresurada y es necesario
agotar todas las posibilidades para lograrlo. También es imprescindible
una disposición transitoria y final de los cuerpos sin vida que respete el
proceso de luto para sus familiares y les permita disponer de un entierro
digno de acuerdo con sus creencias y costumbres. La identificación de los
cuerpos y el manejo del duelo son de
fundamental importancia para no
provocar daños legales posteriores
y un sufrimiento innecesario a los familiares.
Si bien existe un arraigado mito, apoyado culturalmente por postulados
higienistas que consideran los
cadáveres como sucios y transmisores de enfermedades, la OPS defiende las siguientes premisas:
– los cuerpos sin vida resultado de un desastre no constituyen un riesgo
infeccioso;
– nunca se debe enterrar a los cadáveres
en fosas comunes sino ubicarlos en nichos, trincheras o zanjas
individuales, lo que constituye un
derecho humano básico de los familiares
sobrevivientes;
– la cremación masiva de cadáveres jamás debe realizarse en contra de
las costumbres culturales y religiosas de la población;
– la recuperación psicosocial de la
población sobreviviente debe verse
como una política de Estado en el marco de una atención integral de
la salud;
– un desastre debe ser atendido con un
plan de respuesta inmediata ante la
emergencia, cuyas tareas han sido
establecidas con previsión y preparación,
ya que una desorganización e
incapacidad de coordinación, así
como la improvisación e insensibilización
para evitar inequidades de
género, que se enlazan con otras formas
de desigualdad social, por ejemplo,
de clase, raza, etnia, preferencia
erótica, generacional, entre otras,
puede generar un desastre sobre el
desastre, el cual seguramente aumentará
el número de víctimas.
En el manual, la OPS profundiza en
cuestiones relacionadas con los preparativos
para casos de muertes masivas,
la importancia del trabajo médico
legal asociado, las consideraciones sanitarias,
así como los aspectos socioculturales,
psicológicos y legales a considerar.
Preparativos para casos
de muertes masivas
Un plan de contingencia preventivo
para un territorio particular debe incluir
un mapa de riesgos y vulnerabilidades
de la población y su entorno
construido, así como las acciones que
cada quien debe desarrollar en cada caso
y eventualidad vinculados con fenómenos
naturales o producidos directamente
por el hombre, en los que
se establezcan las zonas de evacuación
y edificaciones más fuertes, incluyendo
sitios que puedan servir para el
depósito de cuerpos, entre otros.
El manual reconoce que, aunque la
ayuda inmediata proviene inicialmente
de los propios sobrevivientes que
resultan ilesos, se debe trabajar en una
mejoría de la calidad y de la disponibilidad
de los servicios de recuperación
inmediatos por medio del adiestramiento
y la preparación previos
impartidos por organismos especializados.
También con antelación debe
quedar muy claro qué institución es
la que coordinará todo el proceso del
manejo de cadáveres. Además, las
autoridades deben establecer nexos y
entregar información fidedigna, a
través de voceros oficiales, a los responsables
de los medios de comunicación
para crear confianza y credibilidad
y evitar versiones contradictorias
y vacíos al suministrar información a
la audiencia nacional e internacional
acerca de las labores de rescate, la
identificación y localización de víctimas,
así como de los desaparecidos.
Asimismo, las autoridades deben
establecer una manera clara, ordenada
e individualizada de realizar las notificaciones
de las muertes, y dar todas las
facilidades para que la ciudadanía tenga
acceso a los cuerpos, prestando la
ayuda posible para su disposición final,
especialmente cuando la población
es de bajos recurso. La demora
en la entrega de cadáveres y la incertidumbre
sobre los recursos para el
pago de los servicios funerarios crea
aún mayor angustia y sufrimiento,
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SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2005 Desacatos RESEÑAS
por lo que un elemento importante
en el manejo de los duelos es favorecer
la rápida tramitación de la funeraria
y lograr que sea gratuita o accesible
para las personas de bajos ingresos.
Los responsables deben evitar, bajo
cualquier circunstancia, que se someta
a los cuerpos al entierro en fosas comunes
o cremaciones en masa, porque
además de ser innecesario, violenta los
derechos humanos de los familiares
sobrevivientes que requieren recobrar
el cuerpo victimado. Por ello, las
inhumaciones que se realicen deben
hacerse de tal forma que permitan
la recuperación posterior de los cadáveres.
Trabajo médico legal
El apartado sobre el trabajo médico
legal fue elaborado por los especialistas
cubanos en medicina legal Jorge
González y Alicia Lasanta. Ambos exponen
que el manejo de los cuerpos
sin vida es un procedimiento complejo
que, por lo general, y lamentablemente, es una de las actividades
menos trabajadas profesionalmente después de un desastre. Para evitar
que así sea proponen que, aun en las situaciones más adversas y sin el personal suficiente, la labor de coordinación
de la recuperación y manejo
de cadáveres puede ser dirigida por un médico de la comunidad que asuma el
liderazgo de un equipo de trabajo de acuerdo con las condiciones y recursos
humanos existentes en el lugar. Por lo
cual es imprescindible anticipar convenios
de colaboración para determinar
los recursos existentes y los necesarios: personal profesional experto
en desastres y otros participantes; los posibles sitios de trabajo donde se establecerán
campamentos o locales
temporales para el depósito, exposición
y examen de los cadáveres; realizar
simulacros de campo; detectar necesidades materiales y quién puede aprovisionarlas en su momento:
transporte y comunicaciones, vestuarios
y otros medios personales, instrumental
y equipos, medios de conservación, agua y alimentación; y no
olvidar la atención física y mental médica para el grupo de trabajo.
El equipo de trabajo médico-legal,
en lo relativo a su preparación técnica,
debe incluir expertos en desastres: personal de salud, policías, bomberos,
criminalistas y desastrólogos, arquitectos,
urbanistas, ingenieros, antropólogos
u otros profesionales vinculados al
desastre, periodistas y trabajadores de los medios, autoridades judiciales.
Otros participantes son: autoridades
del gobierno y de la comunidad, instituciones
religiosas, funerarias, sepultureros y otros servicios relacionados
con cadáveres, diplomáticos y representantes
consulares, personal de limpieza,
encargados de cocina, familiares, vecinos y población en general.
Los objetivos del trabajo médico-legal
son: hacer un diagnóstico de la
muerte, rescatar los cuerpos y sus restos, establecer su identidad, estimar el
momento de la muerte y las causas de
la muerte en forma individual cuando proceda, explicar las circunstancias en
las cuáles se produjo, preparar los cadáveres
y restos para su disposición
final y, sobre todo, revertir o reintegrar el estudio del hecho en un elemento
de prevención futura. Para una clasificación
que permita una identificación
más eficaz, el manual establece que es
recomendable colocar los cuerpos
en espacios preestablecidos, atendiendo
a su clasificación por grupos según
el sexo, color de la piel, edad, biotipo,
largo del cabello, estatura, tamaño del
pie, entre otros.
El manual no hace referencia alguna
sobre las diferencias de género en las
tasas de mortalidad, tal como los estudios
sobre desastres “naturales” que
hasta hace poco tiempo manifestaban
que no había discriminación entre las
víctimas. Sin embargo, estudios recientes
han detectado una diferenciación
en la tasa de mortalidad y morbilidad que afecta más a las mujeres que a los
hombres, por lo menos en desastres
como tsunamis, hambrunas por sequías, ciclones y huracanes y terremotos
(Shubh Kumar-Range, 2001). Un
ejemplo muy reciente es el tsunami de diciembre de 2004 que afectó gravemente
las costas de Indonesia, la India, Sri Lanka, entre otros países asiáticos,
donde en algunas localidades se detectó una proporción de cuatro
muertes de mujeres por cada muerte de un hombre, lo que ya permite anticipar
problemas en esas comunidades para la creación de nuevas parejas
matrimoniales y el cuidado de los miles
de niños sobrevivientes que quedaron huérfanos (Sukarsono, 2005).
Consideraciones sanitarias en casos de muertes masivas
Si bien la OPS, por medio de la aportación
de Kart Western del Instituto
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RESEÑAS Desacatos SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2005
Nacional de Salud de Estados Unidos,
enfatiza a lo largo del texto que
existen evidencias científicas que indican
que la sola presencia de cadáveres
humanos y de animales como
resultado de un desastre no representan
un riesgo de epidemia ni una
causa para la diseminación de enfermedades
infecciosas donde no
existen enfermedades endémicas.
Registra que la clave para prevenir
enfermedades es el mejoramiento de
las condiciones sanitarias y la educación
de la población sobre los riesgos
reales que implican los cadáveres.
Aclara que un cadáver posee un
menor riesgo infecto-contagioso que
una persona viva infectada.
Para que algunas enfermedades
puedan representar un riesgo para
la salud pública, los cadáveres deben
ser huéspedes de una enfermedad
presente en zonas endémicas (tuberculosis,
estreptococos, meningitis y
septicemia, meningococos o infecciones
virales como las gastrointestinales,
de las vacas locas, hepatitis B
y C, virus VIH, fiebres hemorrágicas).
Otra condición es que los microorganismos
puedan vivir en el cuerpo del
ser humano, del animal o en el ambiente
después de la muerte del huésped,
así como contar con las condiciones
ambientales necesarias para
su propagación, como la alteración
de la infraestructura de disposición
de desechos o superpoblación, entre
otras. En general, como medida preventiva,
se plantea la desinfección de
los cuerpos con una solución a base
de cloro y un control en su transporte.
Sin embargo, las causas de una mayor
morbilidad y mortalidad son más
atribuibles al agua estancada de las
inundaciones, a la falta de agua potable,
a medidas sanitarias insuficientes,
al hacinamiento y al daño en la
infraestructura básica, como las fracturas
en las redes de agua potable y
drenaje que provocan la contaminación
de la primera, y cuando los propios
manipuladores de cuerpos no
observaron las normas de higiene necesarias.
Por estas razones se deben
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Funeral de los fallecidos por el desbordamiento de la presa La Ventilla en San Luis Potosí.
Marco Peláez / La Jornada
SEPTIEMBRE-DICIEMBRE 2005 Desacatos RESEÑAS
priorizar medidas sanitarias extremas
respecto al agua potable y al manejo
de desechos en los albergues de damnificados
y campos de refugiados.
Los cadáveres de animales, por su
parte, representan un riesgo muy limitado
para la salud pública, excepto
bajo condiciones muy específicas,
como la presencia de agentes infecciosos
endémicos preexistentes en la
zona y la contaminación de agua por
heces y fluidos de lesiones. Los vectores
de enfermedades endémicas
deben controlarse y erradicarse con
las medidas necesarias. Al igual que
con los humanos, el manual plantea
que hay que priorizar el cuidado de
los animales vivos por sobre la disposición
de los cadáveres de animales.
Para los cadáveres de animales
propone una medida inicial temporal
consistente en rociarlos con petróleo
y cubrirlos con tierra hasta
que se den las condiciones necesarias
para su entierro definitivo. No hay
que descuidar la salud de los animales
vivos, que deben ser reunidos,
atendidos y vigilados para prevenir
cualquier brote de enfermedad. Al
respecto el manual resalta que “para
atender los efectos del duelo es necesario
tener en cuenta los lazos afectivos
y de supervivencia que atan al
ser humano a los animales, mascotas,
ganado o simplemente especies
con las que coexiste” (p. 107).
Asimismo, la OPS propone en la
guía evitar someter al equipo de rescate
y a la población en general a
campañas masivas de vacunación
innecesaria contra enfermedades que
supuestamente transmiten los
cadáveres.
Aspectos socioculturales
Uno de los aspectos de mayor relevancia
en la recuperación de los
cuerpos y su debido proceso de
identificación es que permiten que
se pueda llevar a cabo el duelo familiar
y comunitario, así como los rituales
que otorgan el valor simbólico
del cadáver y de la sepultura, circunstancias
que en un desastre deben ser
respetadas. La OPS y el Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias
Forenses de Colombia lo señalan: “El
impacto de la alteración de los rituales
normales es tal que ha llegado a
considerarse que los duelos no resueltos
de una sociedad son un factor
decisivo en la recurrencia episódica
de brotes de violencia; así, el mapa
de zonas de violencia en el mundo
muestra antecedentes similares en su
historia, aún si se presentan como
atribuidos a diversas causas en cada
época” (p. 94).
El respeto a los muertos ayuda a
definir el respeto debido a los vivos,
y en esa misma sucesión de episodios
de muertes por desaparición o
traumáticas con duelos no resueltos
ayuda a explicar el porqué de los infortunados
resultados de los programas
de resolución de conflictos bélicos
que se intentan en cada país. De
ahí que sea un punto clave en la resolución
de odios y conflictos de larga
duración. No respetar los rituales ni
los valores de una sociedad provocan
un círculo vicioso que “impide que
culmine un sano duelo y la comunidad
pueda volver a ocuparse de sus
asuntos vitales”. De igual manera, “el
poder cumplir adecuadamente los
rituales funerarios en muertes violentas
—que requieren investigación
judicial— ayuda a restaurar la confianza
de la sociedad en su propia
organización” (p. 108).

En la actualidad hay suficientes
recursos técnicos y científicos para
identificar, manejar y conservar hasta
la disposición final numerosos
cadáveres en forma respetuosa, reconociendo
la trascendencia de llevar a
cabo los rituales funerarios propios de cada comunidad, de tal forma
que se eviten acciones precipitadas,
como inhumar o cremar, que impiden identificar a las víctimas y devolver
los cadáveres a sus deudos, quienes requieren de la presencia
física del cuerpo o restos para realizar
el ritual del funeral. Lo anterior
permite el desarrollo de un duelo
sano, que cada cultura ha acuñado
para aliviar el dolor y cicatrizar penas.
Un funeral es más que el simple
hecho de deshacerse de un cadáver, permite darle algún sentido a la
muerte cuando nos vemos confrontados con ella y otorga un estatuto
de dignidad y sentido a la desaparición
del ser humano. Un duelo permite
a largo plazo la reparación del tejido social afectado por el desastre
y evita devastadoras secuelas a nivel psíquico y social, e incluso ahorra
los elevados gastos que implican las exhumaciones de fosas comunes
para lograr identificaciones posteriores.
Reparar el tejido social debe considerarse como una política de
Estado en el marco de una atención integral de salud.

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